Por: Jazmín Espitia
Estudiante de décimo grado de la I.E.D. Instituto Técnico de Comercio Barranquilla Cualquier tipo de violencia que se realiza con la intención de dañar el bienestar físico o mental de una persona; debido a su sexo o identidad de género, se denomina o cataloga como violencia de género.
La violencia sexual es una de las más comunes, pues concretamente categoriza situaciones en las que una persona es presionada para llevar a cabo actos sexuales en contra de su voluntad.
Existen diversos tipos de violencia, entre los más comunes, podemos encontrar: la violencia física, que se basa en causar daños y lesiones físicas a una persona. La violencia psicológica, en la que es muy probable que la víctima no sea capaz de denunciar por dos recurrentes razones: la primera, por temor a posibles repercusiones negativas hacia sí misma, familiares y/o conocidos y, la segunda, porque la persona agredida sencillamente no es consciente de que está siendo violentada. Finalmente, encontramos la violencia sexual, la cual desgraciadamente es una de las más comunes, pues concretamente categoriza situaciones en las que una persona es presionada para llevar a cabo actos sexuales en contra de su voluntad.
En otros muchos casos, la víctima se siente amenazada si da a conocer su situación. Se sabe que un 91,8% de las agredidas son del género femenino y que menos de la mitad son capaces de denunciar.
En cualquiera de estos tipos de violencia, la percepción que el agresor tiene del género de su víctima, juega un papel fundamental. En cada una de estas agresiones, el victimario justifica su acción, pues percibe como inferior al individuo objeto de sus vejámenes en razón de su género. Este sesgo perceptivo puede tener su origen en creencias enseñadas, en traumas psicológicos o en desviaciones culturales que exacerbadas, derivan en estos deplorables actos.
Otra característica en común entre estos 3 tipos de violencia, es que las víctimas, pueden no ser conscientes del daño que sus agresores les causan, llegando a justificar el accionar del maltratador. En otros muchos casos, la víctima se siente amenazada si da a conocer su situación. Se sabe que un 91,8% de las agredidas son del género femenino y que menos de la mitad son capaces de denunciar.
Estas situaciones de violencia son de lo más comunes, debido a que pueden presentarse en cualquier contexto, sin importar la clase de relación que tengan las dos personas.
Más que mostrarle a las demás personas que tienen "poder", los agresores intentan convencerse ellos mismos de que así es, vulnerando por completo a otro ser humano.
En muchos casos, el combustible es la necesidad de poder, el deseo o la dominación. Sin embargo, detrás de cada agresor puede existir una amalgama de pretensiones insatisfechas. Es importante saber que el agresor esconde, tras una máscara de aparente normalidad, una personalidad insegura con marcados problemas de autoestima. Por esto, suelen buscar “refugio” en un peón que perciben más débil que sí mismos. De esta forma más que mostrarle a las demás personas que tienen "poder", los agresores intentan convencerse ellos mismos de que así es, vulnerando por completo a otro ser humano.
Alzar la voz, denunciar y estar atentos a casos que puedan ocurrir a nuestro alrededor, constituyen un conjunto de acciones solidarias que necesitamos realizar para hacer frente a esta problemática.
Ante todas estas situaciones es importante que nosotros como jóvenes, conozcamos nuestros derechos y que sepamos, que nuestra dignidad como seres humanos ha de ser respetada.
Alzar la voz, denunciar y estar atentos a casos que puedan ocurrir a nuestro alrededor, constituyen un conjunto de acciones solidarias que necesitamos realizar para hacer frente a esta problemática que cada día cobra vidas y deja con traumas irreparables a gran número de personas.
Comments