Por: Sharon Jellena Viloria González
Estudiante de Noveno Grado en la I.E.D. Instituto Técnico de Comercio Barranquilla
En esta historia surge una duda que queremos sea resuelta por su imaginación: ¿para usted querido lector, que llevó a Evelyn Mchale a acabar con su vida, si aparentemente era feliz y estaba comprometida?
Cada vez con más frecuencia y en los últimos años se han venido sucediendo suicidios por parte de los jóvenes. Hoy traemos uno que tiene características especiales, que está envuelto en el misterio pues persisten circunstancias sin explicación. Se trata del suicidio de Evelyn Mchale, la chica que trágicamente es la protagonista de esta historia.
Es el 1 de mayo, y en New York no se descansa.
Cientos de personas transitan por las calles, cada una en su propia burbuja. De pronto, un acontecimiento inesperado saca a la multitud de ensimismamiento. En caída libre, desde la mítica altura del inigualable Empire State, los transeúntes divisan aterrados el descenso de una fina figura que transita el vacío cayendo desde las alturas, jalonada por la insensible fuerza de la gravedad. La figura es la de la joven Evelyn Mchale, de 23 años de edad, quien cae directo y sobre el maletero de una limusina estacionada en la misma calzada que da al rascacielos.
Vestida con un elegante traje rojo y con sus labios pintados del mismo color, la joven escogió hacerse un moño en el cabello para completar el atuendo de su cita con la muerte.
Momentos después, un oficial de policía encontraría una espeluznante carta de suicidio escrita por Evelyn.
Y ciertamente, Evelyn no tenía la mejor vida. Su madre la abandonó a ella y a sus hermanos. Su padre se hizo cargo e intentó brindarles buenas condiciones de vida.
Antes del suicidio, Evelyn visitó a Barry Rhodes, su prometido. En ese momento, todo parecía normal. “Cuando la besé para despedirme, Evelyn parecía tan feliz y normal... ilusionada como toda chica que está a punto de casarse”, dijo tristemente Rhodes como buscando afanosamente la resignación tras enterarse de la muerte de su novia.
Un boleto con dirección a la eternidad
Así se le llamó al boleto del mirador ubicado en el piso 86 del edificio, que en ese entonces era el más alto y fue la fatídica y última parada de Evelyn.
Robert Wiles oyó el ruido de la joven caer. Al instante se abrió paso entre toda la multitud y sin dudarlo, tomo una fotografía de algo que para muchos sería aterrador, pero que para éste, sería ni mas ni menos que una obra de arte. Este hecho nos permite apreciar cómo los fotógrafos tienen la capacidad de impregnar de emociones una fotografía.
"Más allá del misterio de la vida de Evelyn Mchale, existe el misterio igualmente profundo de como una sola fotografía de una mujer muerta, puede parecer tan técnicamente rica, visualmente convincente y, hay que decirlo, tan francamente hermosa tantos años después de haber sido tomada." : grandesmedios.com.
Pero trascendiendo al valor artístico de la fotografía que registra este doloroso y estremecedor suceso, vale la pena notar que el problema del suicidio gana terreno en una sociedad que, agobiada por el stress, cultiva a una juventud inmersa en las redes sociales, ávida de la falsa y efímera aceptación de un like.
En ningún caso, silenciar un suicidio ayuda a prevenir otros, por el contrario, cada año se suicidan más de 700.000 mil personas en el mundo. Ayudemos a prevenir casos como este, prestando más atención a las señales y/o problemas que tienen nuestros allegados.
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